En esta entrada de hoy vengo a contarles cómo es mi relación con determinados tipos de alimentos y cómo ha cambiado desde que supe que tenía histaminosis. Puede que os ocurra como a mí, que pensaba que determinados tipos de alimentos me sentaban bien porque no tenía reacciones adversas inmediatamente tras tomarlos. En el fondo, lo que nos puede pasar es que aun sabiendo que estos alimentos no nos sientan bien porque nuestro cuerpo no es capaz de asimilarlos, no queremos dejar de tomarlos porque se trate de alguno de nuestros alimentos favoritos, como a mí me pasa con la lasaña.
Identificar cuándo nos sienta mal un alimento
Yo no tenía conocimiento alguno de qué era la histaminosis, pero pensaba que era alérgica a ciertos alimentos, como el pescado azul o el chocolate. Cuando los consumía, siempre tenía reacciones adversas: además de la aparición de náuseas y malestar en general, me aparecían granos por toda la piel. Pero, al menos, tenía identificado que estos alimentos me sentaban mal.
Por otro lado, consumía pasta, a veces con tomate, a veces con queso gratinado. El tomate y el queso los consumía con otros alimentos, pero notaba que me sentaba mal solo con la pasta. Conclusión: la pasta me sentaba mal. Conclusión errónea. Ahora consumo pasta con otros alimentos, por ejemplo con esta receta de
queso de patata, o con semillas, y me sienta estupendamente. ¿Qué quiero decir con esto? Que puede ser que algún alimento que creamos que nos esté sentando bien, no nos esté sentando bien realmente.
Aprender a escuchar a nuestro cuerpo
Nuestro cuerpo nos lanza mensajes continuamente. Y no siempre sabemos interpretarlos. A veces, de hecho, lo interpretamos todo como ‘tengo hambre’, sin ir más lejos. Estamos aburridos, voy a vaciar el frigorífico. Pues cuando el mensaje es tan sencillo como ‘tengo hambre’ y ni siquiera sabemos interpretarlo (a mí me ha pasado muchas veces), qué decir entonces de un mensaje más complicado como: ‘esto que te has comido no me ha sentado bien’. Quizás, nuestro cuerpo no nos esté hablando del último alimento que nos hemos comido, quizás este mensaje sea: ‘lo que te comiste hace dos horas, que acabo de digerirlo, no nos ha sentado bien’. Esto es lo que me pasaba a mí con la pasta. Pensaba que me sentaba mal la pasta, incluso cuando la tomaba sola, sin tomate ni queso. Quizás, lo que me sentaba mal no era la pasta, sino el café con leche que me había tomado dos horas antes.
No escuches tópicos y mitos sobre determinados alimentos
De hecho, no confíes en nada de lo que leas por Internet si no estás de acuerdo con eso. Lee de todas las fuentes posibles, con diversas opiniones aunque no coincidan con la tuya. Busca hasta que encuentres algo con lo que estés de acuerdo que sea tu problema. Por ejemplo, yo cuando era pequeña siempre le decía a mis padres que no quería zumo de naranja recién levantada porque iba mal a clase y tenía todo el día náuseas y dolores de barriga. ¿Cómo puede una niña pequeña convencer a dos adultos de más de 30 años de que las naranjas le están sentando mal a su hija? Las naranjas, aquí en España al menos, tienen propiedades milagrosas. Si te tomas una naranja, puedes vencer a Superman y a Ironman juntos. No quiero decir con esto que las naranjas sean malas para la salud, ni muchísimo menos. Pero las propiedades que tiene la naranja, se pueden encontrar en otros alimentos. Los pimientos, por ejemplo, tienen más vitamina C que las naranjas.
Comienza de nuevo a aprender a escuchar a tu cuerpo
Con esta entrada, lo que quiero decir es que si estamos empezando unos nuevos hábitos de vida, como es en mi caso
la dieta baja en histamina, tendremos que aprender de nuevo a escuchar a nuestro cuerpo. Los frutos secos yo los consumía en mí día a día de forma habitual y pensaba que me sentaban muy bien. Probablemente, consumir este tipo de alimentos ayudaba a que cuando tomase pescado azul, chocolate o queso, los síntomas de la histaminosis aparecieran con más fuerza. Pero como el desencadenante no eran los frutos secos, pues pensaba que no eran los culpables. Me pasaba exactamente igual con el café con leche de todas las mañanas. Pensaba que era intolerante a la lactosa pero, al hacerme las pruebas, vi que no era así.
Reflexiones finales
Si cambiamos nuestros hábitos porque no sabemos qué nos está sentando mal, tenemos que empezar a sospechar de todos los alimentos e ir viendo poco a poco cuales son los que nos están sentando mal. Yo tenía correctamente identificados algunos de ellos, como el pescado azul y el chocolate. En cambio, ¿quién iba a decir que los frutos secos (naturales y sin porquerías, claro), las naranjas y los tomates iban a estar sentándome mal? Yo he tenido que pasar muchos años de mi vida sufriendo esto sin saberlo y, cuando lo identifiqué de forma casual, estuve varias semanas buscando información antes de comenzar estos nuevos hábitos. Si estás leyendo esto es que estás en mi misma situación. Te invito a que contrastes lo que escribo aquí, buscando por Internet. Y te invito a que eches un vistazo a las
recetas que voy subiendo .
Un saludo y ánimo, que de esto salimos junt@s … ¡y más fuertes!
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